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Cuando quedó claro que la pandemia de COVID-19 requería el cierre generalizado de todas las empresas, excepto las esenciales, la mayoría de los gobiernos adoptaron medidas para proteger a los trabajadores y empresas vulnerables de los peores efectos de la repentina caída de la actividad. Esas medidas incluían prestaciones de desempleo, subvenciones, transferencias, préstamos a bajo interés y aplazamientos de impuestos. Es decir, su enfoque casi exclusivo era la protección.
A medida que algunas de estas medidas lleguen a su fin, y a medida que se haga evidente que algunos sectores tendrán que contraerse y otros expandirse, el enfoque debe cambiar progresivamente. Se deben dar incentivos a las empresas y los trabajadores para que reanuden la actividad, y cuando sea necesario, para que se ajusten. La deuda heredada de la parálisis debe reestructurarse si es insostenible. Pero los encargados de la formulación de políticas también deben considerar las consecuencias del aumento de la incertidumbre sobre el curso de la pandemia y la economía, y el gran aumento del número de trabajadores desempleados. A medida que los gobiernos de las economías avanzadas pasan de la parálisis a la salida, deben diseñar medidas que limiten el dolor del ajuste. En este informe se examina como pueden diseñarse esas medidas. (Texto en inglés)
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