Para gestionar con éxito sus obligaciones financieras y tener confianza en su futuro financiero (salud financiera), las personas necesitan acceder y utilizar servicios financieros (inclusión financiera).
Sin embargo, la inclusión por sí sola puede no es suficiente: la salud financiera puede verse afectada si la calidad del uso de los servicios financieros es deficiente (por ejemplo, problemas con la provisión, como estafas o falta de alfabetización financiera y conocimiento por parte de los consumidores).
La política pública puede impulsar la salud financiera promoviendo la protección del consumidor financiero, avanzando en la alfabetización financiera y promulgando políticas fundamentales como una regulación sólida y finanzas abiertas.
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